Había un hombre rico, que tenía un mayordomo, y éste fue acusado ante él como disipador de sus bienes.
Entonces le llamó y le dijo: ¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Da cuenta de tu mayordomía porque ya no podrás más ser mayordomo.
Entonces el mayordomo dijo para sí:¿Qué haré? Porque mi amo me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza.
Ya sé lo que haré. para que cuando se me quite la mayordomía me reciban en sus casas.
Y llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo?
Él dijo: cien barriles de aceite. Y le dijo: Toma tu cuenta, siéntate pronto, y escribe cincuenta.
Después dijo a otro:Y tú ¿cuánto debes? Y él dijo: cien medidas de trigo. El le dijo, toma tu cuenta y escribe ochenta.
Y alabó el amo al mayordomo malo por haber hecho sagazmente; porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz.
Y yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en moradas eternas.
Lc.16.1.9
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