Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá

Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre.
Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá.
Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas.
Lc.21.17.19

Velad, pues, todo el tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas esas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.
Lc.21.36


Muchas veces creo estar en el buen camino, haciendo la obra que el Señor me indica, y me relajo y me dejo flotar en ese estado, que no es que deje de hacer aquello que se me ha encomendado, simplemente que mi nivel espiritual queda como flotando en una sensación de bienestar, que bendigo y agradezco cada vez que ocurre. Pero en ocasiones simples cosas arruinan mi armonía espiritual tirándome hacia abajo y poniendo situaciones de angustia en mi corazón, y también en ocasiones me enojo, porque el dolor me provoca enojo, y digo: Señor, ¿no era esto lo que yo de dia hacer? ¿en que he fallado? ¿muestrame claramente por dónde debo, si no es esto? 
Y ese reclamo mio me aleja temporariamente de mi enlace divino con el Señor, aunque sé que él esta sacándome de las dificultades a pesar de mi enojo.
Hoy sospecho que dentro de cada pequeña crisis que ocurre está esa batalla eterna entre el bien y el mal que hace que en cualquier fisura se meta el diablo a romper nuestra relación de fe, ¿Por qué Dios lo permite? Porque nos lo avisó. Estén atentos, velen, oren, pidan, no descansen en las bondades de la fe, pero no para que suframos una agonía angustiosa sino que aunque flotemos en nuestros regocijos de fe no decaiga nuestra atención no creamos: "bueno ya esta, soy el chico bueno de la peli, tengo mi lugarcito asegurado". Muchos son llamados, pocos elegidos; hay que obrar siempre para que seamos los elegidos, y con humildad, con alegría y superando todas las adversidades que el mundo nos pone, como palos en la rueda, para que tropecemos y nos alejemos de nuestro camino hacia Dios.
Dios nos quiere perfectos por lo tanto nos deja pasar por estas pruebas para que salgamos de ellas fortalecidos en la fe y gloriosos de formar parte de su ejército.

Que Dios te biendiga

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