Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas;
porque el viento era contrario. Mas a la cuarta vigilia de la
noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y los discípulos,
viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un
fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les
habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! Entonces le
respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya
a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro
de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al
ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio
voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo
la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por
qué dudaste?
Mt.14.24.33
La grandeza de confiarnos a Jesús nos hace andar incluso sobre las aguas, no decaer ni con las mayores tempestades de la vida, porque el poder del amor que Jesús nos ofrece nos libera de las cargas mundanas y de los sufrimientos más duros. Confiarnos en él es el paso más importante de nuestra fe; sentirnos siempre que andamos con una red de contención contra caídas que se llama Jesús.
Pero la vida en este mundo nos hace miedosos y desconfiados y andando en el camino de la fe muchas veces nos sucede como a Pedro que nos asustamos, dejamos de ver la red de Jesús y caemos. Orar y estar atentos a nuestra fe y a nuestra confianza intacta en el Señor Jesucristo para que no seamos hombres de poca fe que dudan y caen.
Que Dios te Bendiga
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