11 ago 2014
Contra viento y marea, llevaré tu palabra
He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues,
prudentes como serpientes, y sencillos como palomas.
Y guardaos de los hombres, porque os entregarán...
Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por
cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo
que habéis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis,
sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.
Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el
que persevere hasta el fin, éste será salvo.
El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor.
Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor.
Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya
de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse. Lo que
os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo
desde las azoteas. Y no temáis a los que matan el
cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel
que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.
A cualquiera, pues, que me confiese
delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi
Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue
delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi
Padre que está en los cielos.
Ma. 10.16.33
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