El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor.
Baste al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa?
Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse.
Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas.
Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; Temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.
Mt.10.24.28
A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también lo confesare delante de mi Padre que está en los cielos.
Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.
Mt-10.32.33
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